Y entonces llegan esos días donde no pasa nada, donde no sentís nada, donde no sabes nada.
No es que estés dormido, aburrido o depresivo. Pero tampoco estas despierto, emocionado o feliz. Estas, caminas, vas y venís pero no sabes a donde o por qué.
Nada llama particularmente tu atención, nada reclama tu dedicación.
Sentís ganas de estar en la cama y dormir, pero tampoco podes porque tu mente rebosa de pensamientos… Pensamientos de lo que hiciste, lo que no hiciste, lo que querías hacer pero no te animaste o no fuiste capas.
Sentís ganas de estar en la cama y dormir, pero tampoco podes porque tu mente rebosa de pensamientos… Pensamientos de lo que hiciste, lo que no hiciste, lo que querías hacer pero no te animaste o no fuiste capas.
No hay solución o cura, porque no es nada. Es solo un estado que mañana o pasado se va a ir y que, probablemente, vuelva muy pronto.
La "nada" va y viene sin pedir permiso o preguntar opinión; no tiene una rutina, varia; a veces viene seguido, otras no aparece por meses.
La "nada" es estar pero sentir que no estás. Es cuando te dedicas a pensar en cosas sin sentido o importancia, cosas que no podes cambiar o no deberían ser cambiadas.
Y al mismo tiempo, la "nada" es fuente de inspiración.
Porque la nada es un proceso, mediante el cual la mente se relaja, se reinicia, para poder dar más espacio a la imaginación.
La "nada" no es buena y tampoco es mala... como todo en este mundo, es necesaria
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