Llamo, grito, nadie contesta.
Donde tendré que buscar? Persigo una utopía.
Camino despacio, más rápido, más, corro, me falta el aire, mi visión se nubla...
Lloro, caigo de rodillas, me tapo la cara con las manos, es el fin.
El miedo me paraliza, no hablo, no me muevo.
Miedo, miedo, se convierte en ataque de pánico, mi corazón se desboca, sudan mis manos, un aire caliente me impide respirar.
Oigo hasta los pequeños ruidos.
Todo es amenazante.
Entonces siento un roce en mi cara, una suave voz.
-No temas, te ayudaré.
Suerte encontrarte, podré vencer a mi peor enemigo
yo misma. . .
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